jueves, 10 de marzo de 2011

LA NOCHE DE LOS VAMPS

Por: Elizandro Arenas

El lunes pasado, mis amigos de toda la vida me llamaron por la tarde para decirme que querían echarse unas “cheves” (cervezas) conmigo, para festejarme por mi cumpleaños.



Me pareció raro, porque precisamente hoy jueves se van a juntar con los de la oficina para celebrar mi día en un rancho fuera de la Ciudad, con parrillada, alberquita y todo.



Fue tal la insistencia de que fuera la noche de el lunes, que no pude negarme, a llegar y echarme dos cervecitas, así, para mitigar el calor.



Cuando llegué al bar en el que me citaron, vi a un tipo entre mis amigos que me pareció conocido… se pone de pie y acercándose a mí abre los brazos para darme un efusivo abrazo…



Pinche Eli, cómo estás, cabrón… exclamó lleno de júbilo…



… No lo podía creer, se trataba de Julio Ramírez, “El Lenguas”, integrante de “Los Vamps” y uno de mis mejores amigos en el primer semestre de facultad.



En la hora y media que platicamos, vinieron como una avalancha una serie de recuerdos, casi intactos, de una cajita que había permanecido cerrada durante más de 20 años.



En 1988, decidí ir a inscribirme a la Facultad de Ciencias de la Comunicación en la Universidad Autónoma de Nuevo León, para estudiar la licenciatura en este ramo… esa noche, fue una de las más especiales de mi vida, por todo lo que vivimos y lo que ahora significa para cada uno.



¿Alguien ha visto la película “St. Elmo’s Fire”? Aquí en México la comercializaron como “El Primer Año del Resto de Nuestras Vidas”, con Demmi Moore, Rob Lowe, Emilio Steves, Robert Downey Jr., entre otros reconocidos actores.



La cinta trata de un grupo de amigos inseparables que terminan la escuela e inician, cada uno a su manera, su nueva etapa como personas independientes, bueno, pues, para el que la haya visto, se puede imaginar todos los sentimientos que encierra el recordar a tus primeros grandes amigos en Facultad.



El mejor recuerdo para todos, fue, sin duda, la noche de Los Vamps, en la que un grupo de muchachos recién salidos de la prepa nos conocimos y ese día, implícitamente se estableció un pacto de hermandad, que, a pesar de los años y de tantos acontecimientos, sigue en pie, como el primer día.



Se trataba de una fecha importante, era el día previo a las preinscripciones en la Facultad de Ciencias de la Comunicación, y como se trataba de la carrera de moda, era necesario ir a pasar ahí la noche para poder alcanzar un lugar en la fila, a la primera hora del día siguiente.



Mi hermana y yo llegamos casi al anochecer y ya había gente en el lugar, la típica autoproclamada organizadora que estaba llevando nota del orden en el que llegábamos, y nos iba anotando en una libreta común y corriente.



Pronto encontramos a gente conocida, pues Julio, de quien hablé en un principio, fue compañero de la preparatoria de mi hermana, así que se saludaron y entablaron una plática con un poco de todo…



Pasaron las horas y se hizo de noche, así que nos fuimos a sentar en el césped de los jardines de la escuela donde había otro grupito con el que pronto hicimos amistad, más tarde se integraron un par de grupitos más, y ya todos juntos, hicimos una gran rueda y nos pusimos a hacer dinámicas, desde la autopresentación hasta preguntas indiscretas… y ya entrados en esa confianza que te da la juventud, hasta quénes nos gustaban, si teníamos novia, etc…



Jugamos a la botella con castigos, nunca olvidaremos a Julio disfrazado de fantasma con la sábana blanca que llevó para resguardarse del sereno nocturno.



Aullaba como un loco corriendo y haciendo grandes ademanes por los oscuros pasillos de la escuela, mientras el resto de los jóvenes que estaban por ahí regados lo veían con cara de asombro…



“Pato” dijo: Yo me llamo José Guadalupe pero me gusta que me digan “Pato”, desde entonces todos lo llamamos así, años después nos enteramos de que nadie antes lo había llamado así, simplemente que esa noche se le ocurrió que era buen momento para empezar a ser nombrado por el apodo que tanto le había gustado toda su vida.



Luego jugamos carreritas, los chicos cargamos a caballito a las chicas, en una larga carrera de bajada en la que más de uno trastabillamos, nos dijimos secretos al oído y hablamos de nuestros sueños a futuro, todo bajo la luz de una brillante luna.



Ya cuando caló el hambre, muy entrada la madrugada, fuimos todos a la tienda de conveniencia que estaba a unas 10 cuadras de la escuela, amontonados como pudimos en la vieja vagoneta dodge de Julio… unos sobresalíamos por las ventas, e incluso hubo quienes viajaron en el portaequipajes instalado en el capacete del vehículo, gritando como niños bobos…eufóricos de libertad.



Julio, Pily, Gaby, Eloísa, Pato, Roy y su novia Caya, Vielma, Mayela, Perla, José Juan, Silvia y yo, dejamos de ser ese día un grupo de muchachos que iba por un lugar en una escuela, y nos convertimos en “Los Vamps”.

¿Quién nos puso así? No lo recuerdo, pero lo que sí recuerdo es que fuimos tan unidos ese primer semestre de carrera, que todo mundo llegó a respetarnos y a llamarnos por nuestro nombre. Decían “sí, él es un “Vamp”.

Las chicas formaron un equipo de voleibol en el torneo interno de la facu, y si no eran muy buenas, eran las que más porra llevaban siempre.

Si uno de los Vamps tenía algún problema o alguna pena, ahí estaba siempre otro Vamp para apoyarlo, consolarlo, o defenderlo.



En segundo semestre nos separamos, unos tocaron en un grupo y otros en otro, cada quien se fue integrando poco a poco con otro grupo de amigos, yo entré al Club de Televisión y ahí fue donde conocí a mis grandes compadres, con los que me junté el resto de la carrera y a los que sigo viendo hasta la fecha…



Pero, independientemente de lo que pasara después, de diferencias por romances, por cuestiones políticas o académicas, hubo una enegría invisible que nos unía; un cariño fraternal que nació en ese primer semestre escolar, y que sigue vivo hasta la fecha, porque podré tener grandes, entrañables e inseparables amigos, pero sólo son muy pocos a los que puedo nombrar como un verdadero y auténtico Vamp, un grupo de muchachos locos cuya amistad nació en una época de total inocencia en la que se entrega todo por un amigo, sin pedir ni esperar nada a cambio. Y gracias a eso sé que, si veo alguno de ellos en la calle, será como aquel día, aquella noche: la noche de Los Vamps.

UN ABRAZO PARA TODOS
ELI.