lunes, 31 de enero de 2011

LOS DOS REGALOS


(Por Elizandro Arenas)


A mitad del día, el pequeño Alexis llegó a su casa, como siempre, arrastrando su gigantesca mochila con una sonrisa en el rostro, las mejillas chapeadas, y la camisa blanca del uniforme medio salida del pantalón.

Cuando el microbús que diariamente lo llevaba a casa arrancó, la mamá despidió a la señora Longoria, la chofer del transporte escolar, con un saludo de mano y un afectuoso gesto.

Alexis, un niño flacucho, pero muy sano y despierto, venía entusiasmado, pues le traía dos mensajes a su mamá por parte de su maestra.

El primero: que al día siguiente, que era viernes, se celebraría en la misma escuela la piñata de Mario Alberto, uno de sus compañeros de clase.

El segundo: que ese mismo día, pero más tarde, visitarían a los niños de una casa-hogar para llevarles juguetes, pues se acercaba la Navidad.

Pero Alexis tenía que hacer la tarea, antes de salir con su mamá al centro comercial a comprar los regalos que llevaría mañana, se quitó el uniforme y se puso ropa más cómoda, y después de comer insistió a su mamá que ya se quería ir a la juguetería.

–Tranquilo–, le dijo su mami, ya vamos, sólo espera a que recoja la cocina, si me ayudas, terminaremos antes.

El niño se esmeró llevando al fregadero todos los platos y vasos que había en la mesa, y nuevamente insistió un par de veces que se fueran a comprar los regalos.

El aire era fresco, pero el sol intenso, así que, como dicen a veces, no hacía ni frío, ni calor, estaba a gusto para que Alexis estrenara el suéter de Supermán que le habían regalado.

Cuando llegaron a la tienda, vieron todo tipo de juguetes, y mientras su mamá escogía algunos posibles regalos, el niño se divertía con todo lo que podía.

Lo que más le gustaba eran esos teclados de todos colores a los que se les oprime un botón con alguna figura o alguna letra, y hace sonidos de lo más chistosos.

Por su parte, su mamá se esmeraba en escoger el regalo de Mario Alberto, quien, al ser hijo de una familia de buena posición económica, siempre le había hecho muy buenos regalos a Alexis en sus fiestas.

Finalmente encontró una bonita patineta adornada con dibujos de todos colores, con formas de pececillos y olas del mar.

Ya se dirigían a las cajas para pagar, cuando Alexis reparó que sólo traían un obsequio.

–Mami, son dos regalos, acuérdate.

–Ay, de veras flaquito, faltó el otro regalo, y paseando su mirada por los anaqueles que estaban cercanos a la caja en la que se encontraban, vio una bolsa de canicas y se la dio a la cajera.

–Esto también, por favor, que me envuelvan los dos para regalo.

Al día siguiente, Alexis llegó a la escuela todo emocionado con sus dos regalos, por un lado la gigantesca patineta envuelta en una colorida bolsa de plástico con un moño blanco grandotote, y por el otro, la bolsa de canicas, envuelto en una linda cajita de cartón con su respectivo moño azul.

La mañana pasó y el niño se divirtió de lo lindo en la fiesta de cumpleaños, en la que hubo pastel, piñata, y hasta un show, con los payasos más populares de la ciudad, esos que salen en la televisión.

Más tarde, la diversión no fue menos, aunque los niños se sintieron un poco apenados y contrariados al ver lo humilde de las instalaciones de la casa hogar en la que albergaban a los niños que no tenían papás, disfrutaron de la compañía de éstos y de su hospitalidad.

Los anfitriones, felices recibieron sus regalos por parte de sus nuevos amiguitos, y tras unos minutos jugar y platicar, se organizó una ceremonia de agradecimiento al plantel visitante por parte de los directivos de la casa-hogar, y una tamalada en la que todos los pequeñines comieron con gran apetito.

Llegó el final de ese día tan especial, Alexis, cansado por tanta actividad, llegó a su casa y le contó a su mamá todo lo que había pasado, sin pausas y sin orden.

–¡Hubieras visto qué chistoso el payaso, a mí me sacó monedas de las orejas… y la piñata, era grandísima, de Batman… Loretta se cayó, se pegó y lloró mucho, pero no le pasó nada!

–Oye hijo, ¿y cómo te fue con los niños a los que visitaron?

–Muy bien, le entregué la patineta a un niño chinito y muy sonriente que se llama Jacinto, me dijo: ¡ay, qué regalo tan grande!

–¡Pero… qué! ¿Le entregaste la patineta al niño ese, y a Mario Alberto le diste la bolsa de canicas?, ¡pero cómo se te ocurre, qué pena con la mamá, ahorita mismo le llamo, para explicarle!

La mamá de Alexis no estaba enojada con él, los papás a veces hablan así cuando pasa algo que ellos no tenían planeado, hablan fuerte y se mueven muy rápido y hacen muchas cosas al mismo tiempo.

Rápido buscó el teléfono de Mario Alberto en la agenda, al mismo tiempo que levantaba la bocina y marcaba.

Alexis con los brazos cruzados y el seño fruncido le dijo: –pues es que… no entiendo… estoy todo confundido, ¿por qué le compramos el regalo más bonito a Mario, que tiene tantos juguetes grandotes, y dos patinetas, y por qué un regalo tan chiquito a un niño que no tiene nada, ni papás?

Al escuchar esto, su mamá se le quedó mirando, le sonrió, con una mirada llena de amor y decidió colgar, pero antes de hacerlo, escuchó la voz de la mamá de Mario Alberto que contestaba.

– ¿Diga?

–Hola, habla la mamá de Alexis, te llamo para explicarte lo del regalo de cumpleaños que le mandamos a Mario…

-Oye, ¡qué buena idea!, ¿le conoces algo a mi esposo?, a él fue a quien le encantó el regalo, al ver las canicas se puso tan feliz, que se llevó Mario al patio trasero para enseñarle a jugar, y parece que va para largo, ja ja ja, mi esposo se cree experto, dice que de niño no había quien le ganara y muere por enseñarle a Mario. Muchas gracias, hace tiempo que mi hijo y mi esposo no convivían de esa manera, ¡qué ingeniosa!

–De… nada– dijo la mamá de Alexis casi sin poder hablar, y colgó el auricular, luego miró a su hijo, y sin saber qué decir, y le dio un fuerte abrazo.

Mientras tanto, en el patio del horfanatorio un quinteto de niños hechos todos bola, se deslizaba a toda velocidad y a carcajada abierta sobre la patineta de los peces y las olas, mientras otros cinco chamacos se esmeraban por empujarlos lo más rápido posible, en la que fue una de las tardes más divertidas que habían pasado en años.





Foto: cobertura de un partido de beisbol en la Liga Pequña Linda Vista